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Claudio Mansour

Dripping Pearls

El aire vaporoso me despierta a las 4 de la mañana. La luna llena me deja ver las gotitas de sudor que escurren sobre mis brazos. Siento la sábana pegada en mi espalda, la almohada impregnada en mi cachete izquierdo: mi cuerpo punza con un deseo húmedo. A penas atravieso la membrana que separa el sueño de la vigilia, recuerdo que estuviste aquí hace unas horas. Te siento escurrir entre mis piernas y en el sabor metálico que dejaste en mi boca.

Desde hace unos meses, tomamos la decisión de priorizar nuestros deseos. Juntxs, trazamos un plan perfecto: una vez al mes, en medio de la noche, entrarías en mi casa, subirías las escaleras que llevan hasta mi cuarto, abrirías la puerta de mi cuarto y te introducirías en mi cama. Entre sueños yo te preguntaré quién eres y tú responderás que estás aquí para ayudarme. Antes de que tenga algo que añadir, tus manos comenzarán a masajear mis pechos, poniendo énfasis en la punta de los pezones. Me lamerás el cuello, los hombros, la espalda. Y cuando sientas brotar agua de mi entrepierna, sabrás que es momento de entrar.

Mis piernas comienzan a temblar cuando recuerdo que estuviste aquí. La luz de la luna me baña en su energía erótica. Y sólo de pensar en que estás presente en mis fluidos, en las marcas que dejaste sobre mi piel, en el charco de sudor de mi cama, me desgarro de placer.

Texto por María Elisa Schmidt

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Pequena Muerte

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